Año 1848.
Un grupo de curiosos, armados de valor, se acercan al borde de un inmenso precipicio de hielo.
Se trata de las cataratas del Niágara completamente congeladas por las gélidas temperaturas que ese año había alcanzado el invierno.
Posiblemente estos atrevidos espectadores se lo habrían pensado dos veces de haber sabido que sólo estaba congelada la capa más superficial, mientras el agua seguía corriendo bajo el hielo, un fenómeno conocido como "ice bridge".
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