6 de mayo de 1937.
Envuelto en llamas, el dirigible Hindenburg se precipita al vacío con 95 personas en su interior, de las que fallecerían 35.
El zeppelin alemán, considerado aún la mayor aeronave de la historia (tenía el tamaño de 3 Boeing 747), acababa de atravesar el Atlántico y se disponía a aterrizar en Nueva Jersey cuando una tormenta de electricidad estática, el llamado fuego de San Telmo, provocó una serie de reacciones que lo hicieron arder rápidamente.
Se cuenta que en sólo 40 segundos quedó totalmente calcinado, terminando de esa forma no sólo la historia del Hindenburg, sino el uso comercial de los dirigibles.
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