17 de Agosto de 1940
Sobre una larga y esbelta escalera, un operario arranca de su pedestal lo que parece ser la estatua de un hombre mientras una multitud de curiosos asiste impasible a los hechos.
Estamos en la Plaza Mayor del Mercado de Cracovia, donde los nazis están destruyendo el monumento del poeta Adam Mickiewicz, uno de los grandes maestros de la literatura polaca.
No es un hecho aislado ni se están ensañando especialmente con este escritor, sino que todo forma parte de un plan tan ambicioso como atroz: erradicar para siempre la cultura popular polaca.
Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda, ya había comentado meses atrás que "la nación polaca no merece ser llamada una nación cultivada", palabras crueles aunque algo más suaves a decir verdad que las órdenes dadas por el propio Adolf Hitler antes de la invasión del país consistentes en "matar sin misericordia ni piedad todos los hombres, mujeres y niños de la raza polaca".
Es por ello que fueron clausurados todos los espacios culturales del país, desde bibliotecas y museos hasta cines e incluso salas de fiesta, al tiempo que trataba de borrarse la huella de los grandes nombres de la cultura local destruyendo sus obras, prohibiendo su difusión y, en el caso de Adam Mickiewicz, "escritor de escritores", derribando la estatua que recordaba su memoria.
Hasta 1955, coincidiendo con el centenario de la muerte del poeta, no fue repuesto el monumento, que había sido inaugurado curiosamente en 1898, fecha del centenario de su nacimiento.
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