8 de Agosto de 1969
Cuatro hombres atienden a las indicaciones de Ian McMillan,
un fotógrafo escocés que, cámara en mano, mantiene como puede el equilibro subido
una escalerilla de mano en el mismo cruce de Abbey Road con la Groad End Road, en
Londres.
La escena es, cuando menos, pintoresca.
Desaliñado, bohemio, con camisa blanca, traje blanco,
zapatos blancos, melena en declarada rebeldía y barba descuidada de varias
semanas, John Lennon sonríe con las manos metidas en los bolsillos, como si con
él no fuera la historia.
A su espalda Ringo Starr, con una chaqueta negra algunas
tallas más grande de lo recomendable, parece atraer por señas la atención del intrépido
fotógrafo. Sus zapatos, impecablemente limpios, relucen al sol de la mañana del
verano londinense.
Paul McCartney parece ser el que más se lo toma en serio:
con traje azul, señala algún punto del paso de cebra que en breve
atravesarán. Vive cerca, apenas a 50 metros, y por comodidad esa mañana había acudido
al trabajo con unas horribles sandalias que se quitará cuando atraviese para
hacer la foto.
El último de la fila, o el primero según se mire, es un
George Harrison que apura las últimas caladas de un cigarrillo mientras observa
al bueno de Ian con un gesto a medio camino de la extrañeza y la incredulidad.
Todo está listo. No hay más que esperar. En el mismo orden,
uno a uno, los cuatro Beatles se disponen a atravesar el paso de cebra de Abbey
Road.
Seis tomas hizo McMillan, la quinta fue la válida y el resultado por todos
conocido: una de las portadas míticas de la historia de la música.
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