Julio de 1863.
Un hombre posa junto a un extraño artefacto con una apariencia bastante rudimentaria.
Aunque no lo parezca, estamos ante uno de los primeros submarinos de la historia: el HL Hunley, fabricado por el ejército Conferederado durante la Guerra Civil de los Estados Unidos.
Fabricado en Alabama adaptando la locomotora de un tren, apenas contaba con 12 metros de eslora en los que debía entrar una tripulación de 9 hombres, condición indispensable ya que 8 de ellos eran necesarios para activar su mecanismo de funcionamiento: una manivela... El restante se encargaba de la dirección.
Para colmo no tenía sistema de ventilación, por lo que tuvieron que diseñar un curioso (y angustioso) sistema para no morir asfixiados en el interior.
Así, encendían una vela cuando el barco estaba sumergido y al apagarse, señal de que se había agotado el oxígeno, subían a la superficie para tomar aire.
Su botadura tuvo lugar en la bahía de Mobile, Alabama, en el mes de Julio de 1863, y desde el principio no fueron bien las cosas.
De hecho tan sólo un mes después, en Agosto, se hundió por vez primera muriendo 5 de sus tripulantes. Se da la macabra circunstancia de que al ser las escotillas muy estrechas, la única forma que tuvieron de sacar los cadáveres fue serrándolos.
No cundió el desánimo en la armada confederada.
Aún confiaban en el submarino, así que lo rescataron del fondo del mar y en Octubre estaba de nuevo operativo, contando esta vez con un tripulante de excepción: su propio inventor, Horace Lawson Hunley.
Pero la suerte le era esquiva y volvió a hundirse, falleciendo toda la tripulación, incluido el propio Hunley.
Todo parecía salir mal y las dudas en los altos mandos eran cada vez mayores, pero una vez más fue reflotado: tendría una última oportunidad... y esta vez la aprovecharía.
Porque la historia tenía reservado un pequeño hueco a este submarino letal, hasta la fecha, sólo para sus propios tripulantes.
Cuentan que la noche del 17 de febrero de 1864 se adentraron en la bahía de Charleston ocho valientes dirigidos por el teniente GE Dixon.
Su objetivo era tan atrevido como ambicioso: hundir el USS Housatonic, una fragata del ejército unionista con más de 62 metros de eslora y fuertemente armada que controlaba desde hacía un tiempo la bahía.
El método utilizado para dicho ataque era más rudimentario aún que el mecanismo del propio submarino: un arpón con la punta cargada de pólvora que, al acercarse, haría estallar el barco.
Y lo consiguió, vaya si lo consiguió: el Housatonic, joya de la armada de la Unión, se hundió con su tripulación a bordo, liberándose la bahía y, de paso, convirtiéndose en el primer barco de la historia hundido por un submarino.
El USS Housatonic, primer barco hundido por un submarino. |
Al fin el Hunley había salido triunfador, aunque realmente fue una victoria pírrica...
Porque, a pesar de la proeza, seguía estando gafado y apenas pudieron saborear las mieles del éxito: la propia onda expansiva de la explosión lo hundió y con él, la tripulación.
Sería la última vez que visitaría el fondo del mar, ya que los altos mandos confederados consideraron que había sido amortizado tanto en éxito como en vidas humanas, y no volvió a ser reflotado.
Eso sí, el HL Hunley pasaba a la historia como el primer submarino en hundir un barco en combate de la historia, aunque para ello tuvo que pagar un peaje bastante grande: 21 hombres habían fallecido en el año escaso estuvo operativo, entre ellos su propio inventor.
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